Dos niñas pequeñas juegan sobre la alfombra. Hace frío fuera, no ha dejado de nevar en muchos días. Una lámpara apoyada en la mesa ilumina toda la habitación. La madre hilvana y deshilvana viejos retales de trajes, sábanas y mantas de su infancia que aún guarda sin saber por qué. Quiere confeccionar dos colchas para Inés y Lucía.
Cada parche es un recuerdo que cose más fuerte de lo necesario. Huele uno por uno y, de manera incomprensiva, el aroma sigue estando ahí. Es el olor de las manos de mamá mientras la vestía y la arropaba. Pespuntea tres y cuatro veces por un mismo sitio sin darse cuenta.
Es tan feliz mirándolas reír. Sueltan carcajadas y se entienden en un lenguaje de miradas y turnos difícil de explicar.
El día ha sido largo, pero daría lo que fuera por detener justo ese momento y guardarlo para siempre. Ella lo desconoce, pero Inés y Lucía así lo harán, en algunos años, cosiendo tres y cuatro veces el retal de justo ese momento.